Nuestra Comunión: los afiliados y los militantes

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Nuestra  Comunión: Los afiliados y los militantes

por Javier Garisoain

Estos mismos términos de afiliado y simpatizante son los que suelen utilizar los partidos políticos para denominar a sus miembros: a quienes pagan una cuota o a los que asumen alguna responsabilidad en la organización. Nosotros, que no queremos parecernos en nada a los partidos, necesitamos sin embargo, al igual que nuestros adversarios, tener unas filas ordenadas y saber en cada momento con qué personas contamos. Es un asunto de puro sentido común.

El problema es que ese rechazo intuitivo que tenemos los carlistas a la partitocracia nos ha podido dificultar más de una vez llevar a cabo algunas cosas que son habituales y necesarias en cualquier organización. Es verdad que para ser carlista no hace falta estar en ninguna lista; es verdad que no por pagar mucha cuota se es más carlista; es verdad que dentro del Carlismo siempre ha sido mucho más importante la transmisión familiar que el poseer un carnet. Pero por otra parte, cada vez que los carlistas hemos hecho algo importante ha sido gracias al silencioso trabajo de secretarios, organizadores y tesoreros. Montar un batallón, un tercio de requetés, un periódico o una candidatura no se puede hacer con meras adhesiones sentimentales. Es preciso dar el paso y alistarse, suscribirse, pagar una cuota o proporcionar el DNI. Sin esos gestos concretos no es fácil determinar el grado de compromiso que uno tiene con la Causa.