(10/11/24. NOTA DE PRENSA) – España entera, desde el fatídico 29 de octubre, sigue latiendo en Valencia y asiste con un desapego cada vez mayor al ridículo protagonizado por el sistema partitocrático.
La gota fría caída sobre Valencia, fenómeno natural recurrente típicamente mediterráneo, ha tenido esta vez unas consecuencias desastrosas por varias razones:
- Ha fallado la política preventiva: no se han cumplido los planes de obras hidráulicas que estaban previstas; no se han limpiado ni controlado los cauces; no se ha limitado la urbanización de zonas claramente inundables. El sistema político vive en un permanente electoralismo, no sirve para gestionar el bien común en el largo plazo.
- Teniendo más medios que nunca, satélites, alarmas, equipos de emergencia… no se ha avisado a la población afectada con la antelación debida. Además, la mala gestión de los cargos políticos ha contagiado a instituciones que debieran ser ejemplares en su eficacia como la AEMET o la Confederación Hidrográfica del Júcar.
- La falta de reacción de los gobiernos central y regional en las primeras horas -que habría requerido la declaración de un “Estado de Alarma nivel 3”- ha dejado a las víctimas desamparadas. El lema que mejor está reflejando cierto estado de ánimo es “el pueblo salva al pueblo”. Una frase pesimista y con dejes anarquistas que da por perdidos los principios sociales básicos de orden y autoridad.
- La inmediata respuesta de un generoso voluntariado local, regional y nacional, de organizaciones diversas y de la Iglesia es lo que realmente ha llevado consuelo material y espiritual a las víctimas.
- Los poderes constituidos y sus apéndices mediáticos han aparecido más preocupados por apuntalar los discursos alarmistas del cambio climático y la Agenda 2030, que por socorrer eficazmente a las víctimas. La tardía movilización del ejército, el ninguneo y desprecio hacia el voluntariado, la ausencia de empatía con los vecinos, la falta de transparencia en la publicación del número de fallecidos… La desconfianza hacia las instituciones es tal que ya son muchos los que llegan a afirmar que de una u otra forma se ha buscado a propósito incrementar el volumen de la catástrofe.
En nuestra anterior nota de prensa del 1 de noviembre decíamos que “Existen dudas fundadas sobre si la clase política está siendo capaz de coordinar correctamente todos los esfuerzos…” Ya no hay dudas. Esta es la peor clase política de nuestra historia. La visión cortoplacista típica del sistema partitocrático, el cainismo crónico entre siglas, la ineptitud de los que prosperan en un sistema que premia a los más inútiles e inmorales produce los resultados que estamos viendo. La catástrofe de Valencia les viene grande, cualquier responsabilidad les viene grande. Nunca tuvieron los gobiernos tantos medios a su alcance y nunca fueron tan torpes para dirigirlos. Sumen a ello una sociopatía evidente que les hace maltratar a los ciudadanos cada vez que abren la boca. Prepotencia y estupidez a partes iguales. Cada vez son más las voces que hablan de la España del 78 como un estado fallido. Es hora de que la sociedad aprenda a vivir y a organizarse, libre de la tiranía de los partidos. Este sería un primer paso necesario para aspirar a la reconstrucción del orden político tradicional que nuestra patria necesita, y por el que el Carlismo lleva luchando 190 años.
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Mientras tanto, sigue activa nuestra campaña de recogida de fondos en este número de cuenta que está ya beneficiando de forma directa, sobre el terreno, a los más necesitados:
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CTC – DONATIVOS VALENCIA
Comisión Permanente de la Junta de Gobierno de la
Comunión Tradicionalista Carlista